lunes, 28 de noviembre de 2011

por el arquitecto Raymond Muller

El tema al que se invita por debatir – la formación del arquitecto - es por supuesto importante, ahora, antes lo ha sido, y siempre lo será. Por esto, reflexionar e intercambiar sobre él debería hacerse con cierta frecuencia y sistematicidad: la formación del arquitecto depende de numerosos factores, entre otros algunos muy importantes que evolucionan con el tiempo que pasa, como lo es la sociedad humana en sus contextos económico, social y político. Por esto, un arquitecto, como cualquier otro profesional, nunca termina de formarse.

Casi al inicio del texto de la invitación, se pregunta y se afirma lo siguiente:

“¿La enseñanza de la arquitectura a nivel internacional está en crisis? Muchos esgrimen que se mantiene hoy en día la misma estructura básica de las escuelas de hace cincuenta años. Se imparte la misma enseñanza que recibieron nuestros profesores y que a su vez estos recibieron de sus profesores.”

Personalmente coincido con tal afirmación, y preciso que el inicio del estancamiento de la formación del arquitecto en el mundo tiene fecha bien precisa:
mayo de 1968, momento del cierre brutal por el gobierno conservador alemán de la época de la Escuela de Arquitectura de ULM (HfG ULM), fundada en los años 50 y heredera en un primer tiempo de la del BAUHAUS de Dessau donde enseñaron maestros de la arquitectura moderna como Mies van der Rohe y Hannes Meyer en los años 30 del siglo pasado, una enseñanza y una formación orientadas hacia la racionalización en el diseño arquitectónico e industrial. Desde entonces, no conozco que haya existido otro centro de enseñanza de arquitectura que haya ni siquiera igualado la fama que adquirió, en su época y después, la Escuela de ULM.
Luego se pregunta:
¿Cuál es la mejor forma para nuestra realidad de ofrecer el conocimiento? ¿En una realidad de poca ejecución de obras, es posible alcanzar un alto desarrollo?

Intentar contestar esta pregunta es una oportunidad para zambullirse en la realidad cubana pero también en la del mundo. En septiembre del 2009, en el marco del I° Coloquio para la Arquitectura cubana celebrado en Camagüey, tuve la oportunidad de enviar un texto, mejor dicho mi opinión sobre la situación de los arquitectos ejerciendo su profesión en Cuba y en el resto del mundo. Y expresaba lo siguiente: “… en Cuba el conjunto de los profesionales del quehacer arquitectónico, y en particular por supuesto los arquitectos, son funcionarios del Estado, al servicio de la administración pública a través de empresas y entidades de estudios y de producción, remunerados por el estado como lo son todos los profesionales del país, los cuentapropistas surgidos estos últimos años muy minoritarios a parte, con escalas oficiales de salarios más o menos uniformes, en todas las disciplinas profesionales[1]. En el resto de los países del mundo y en particular lo que se llama “el mundo occidental”, la situación es invertida: la mayoría de los arquitectos, como el resto de los profesionales universitarios (los médicos, abogados, ingenieros, etc.) ejercen su profesión en forma privada, sometidos a los va y ven del mercado capitalista de las inversiones, de la construcción y de la arquitectura. Muchos tienen su oficina propia, pero la mayoría de ellos son empleados de patrones que tienen el poderío de retribuirlos como mejor les convenga teniendo en cuenta las fluctuaciones tanto del mercado del sector como del nivel de desempleo en la profesión. Hay arquitectos ricos, muy ricos, devenidos patrones de talleres o oficinas de proyectos, y muchos otros, la mayoría, que penan a ganarse la vida, la imagen misma de toda sociedad sometida al régimen capitalista donde impera la ley de la jungla dictada por la permanente confrontación del capital con el trabajo ...”.
En estos países, si la competencia bajo la presión de los inversionistas mayoritariamente privados sobre los talleres y oficinas de arquitectura no ha dejado de arreciar para buscar la forma de hacerse de los proyectos que mejor les convengan a ellos, la preocupación básica de los arquitectos asalariados se limita generalmente a la búsqueda del aumento de su calidad de vida personal. Y si existen municipalidades, las más importantes, con herramientas de estudio y decisión relativas al fomento del territorio –lo que se llama “planificación física” en Cuba -, en muchos lugares los propietarios privados de terrenos deciden del tipo de objeto que desean construir, independientemente de las necesidades de la colectividad.
Volviendo a la realidad social y económica que se presenta y seguirá presentándose en Cuba, yo agregaba entonces: “… cabe señalar, y sobre todo anotar, que el conjunto de la historia, la teoría así como la comunicación y la información relativas a la Arquitectura emana en un muy alto porciento de los países del llamado mundo “occidental”[2] que cobija apenas un cuarto de la población mundial, muchos de ellos herederos de la civilización judeocristiana, cuyos pueblos siguen sometidos, como los de la inmensa mayoría de los que habitan el planeta, por el imperio del capitalismo…”. Y resulta indispensable recordar, que este debate se dará en un país que conserva un entorno urbano y arquitectónico en un muy alto porciento originario de la época colonial y capitalista de antes de 1959 – el aporte del periodo revolucionario en este campo queda aún poco representativo –,“   y su proyecto de sociedad actual no tiene parangón ni en el continente donde está insertado, ni en el planeta entero: el pueblo cubano lleva medio siglo enfrascado en promover la construcción de una sociedad socialista alimentando y preservando como ningún otro pueblo los valores de solidaridad humana, de justicia social, y de democracia participativa, no solo para él, sino también para muchos necesitados del mundo entero. Y esto, en pleno contexto geopolítico regional e internacional francamente hostil y sumamente agresivo…”.

Y tratando de darle respuesta a las últimas preguntas:
“¿Qué tipo de arquitectos formamos? ¿Qué arquitectos deberíamos formar? ¿Cuáles son los futuros escenarios para los que debemos preparar a nuestros futuros arquitectos?”
contenidas en el texto de la invitación al debate, sigo citando mi ponencia del 2009, “… no se puede dejar de recordar que para el desarrollo socioeconómico y por supuesto también cultural de Cuba socialista se requiere de arquitectos capaces de manejar con sutileza y seriedad datos y planes económicos, territoriales, urbanísticos, de intervenir con autoridad y respeto en asesoramiento y/o dirección de ejecución de obras, con sabiduría en la proyección y planeamiento de la ciudad socialista que “es primero una ciudad para satisfacer las necesidades de todos y no los apetitos de algunos, una ciudad cuyo suelo y edificios pertenecen a todo el pueblo, una ciudad por consiguiente liberada de la especulación de bienes raíces e inmobiliaria, susceptible de desarrollarse harmoniosamente según un plan perspectivo que no deja nada al azar ...”[3].

Sin intención de querer absolutizar, este es a mi juicio el escenario presente y futuro fundamental para los que deben preparar los futuros arquitectos cubanos. Un escenario que nunca dejará de ser complejo, sembrado de obstáculos y dificultades, como los a los cuales el pueblo cubano resiste desde hace casi un cuarto de siglo, pero que finalmente está sometido a un proceso de rectificación y de cambios que deja suponer el mejoramiento del camino hacia la construcción de la sociedad socialista, la razón de ser por la cual el pueblo hizo la Revolución.

Y será solo en un contexto como éste que los arquitectos cubanos, junto con el pueblo, podrán estar en condiciones de imaginar, proyectar, construir, preservar y conservar el entorno arquitectónico y urbano necesario al desarrollo de una sociedad con todos, y para el bien de todos.

Arq. Raymond Muller
Jubilado
Diplomado de la HEST (Alta Escuela Superior Técnica) de Ginebra en 1963.
Al servicio del MICONS en Santiago de Cuba de 1964 al 1983, y en La Habana de 1983 al 1988.
Noviembre 21 del 2011


[1]  Hasta 1991 estos salarios permitían un nivel de vida decente. Luego vino el “periodo especial”… y los serios problemas del deterioro de las condiciones de vida del conjunto de la población…, los arquitectos incluidos.
[2] Consultar el sitio web                  http://es.wikipedia.org/wiki/Arquitectura

[3] In Autrement dit, de Claude Schnaidt, arquitecto, 2004, infolio éditions, CH-Gollion – www.infolio,ch

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